viernes, 7 de septiembre de 2012

Apuntes para un blog

   Hoy es uno de esos días en los que concentrarme es un trabajo en sí mismo. Cualquier otra idea acelera, adelanta por la derecha y se planta en primera posición. Poco a poco mi último examen de carrera queda de telón de fondo, al modo de los escenarios de papel pintado para las obras de teatro de los colegios.
   Y es que no me puedo creer cómo cambian los sueños a medida que avanzamos. Ni rastro queda ya de la RESAD o de Madrid. Aún persiste lejana Barcelona, pero el fuego es muy pequeño. ¿Dónde está la actriz, a dónde se marchó la presunta directora? Cuántas veces he llamado a la filóloga en vano.
   Una calle estrecha, de balcones con barrotes de hierro y persianas recogidas. Un pequeño piso alquilado repleto de libros y música, de cine jamás visto en las salas de moda. Los mismos barrotes custodian la cama solo para uno. La manta, el ordenador y el mando de la tele se mezclan juguetones dispuestos a su haber. ¿En qué lugar está esa calle? Mi horizonte la ha barrido.

   Ahora te agolpas tú contra mi pecho que no cesa. Ahora la cama es más grande. La casa ya no está en silencio. A lo lejos se oyen llantos, ora risas, ora llantos de nuevo. Los sueños tienen dos nombres, dos apellidos. Han perdido individualidad y han ganado riqueza. Me da miedo perderme en el cambio, en el trasiego de maletas, en los timbres de las puertas.


¿Por qué?
Yo: quiero ser yo, solo que yo no sola (contigo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario