miércoles, 12 de junio de 2013

Los fantasmas siempre llegan por la noche

Hoy he visto en el periódico local del municipio en el que vivo a mi pediatra. Bueno, al que fue mi pediatra y de mi hermana tiempo a. Ya está jubilado y ahora se dedica a escribir poesía. En la entrevista Don Octavio decía que cuando uno está alegre no escribe, sino que se dedica a vivir el presente. En cambio, en los períodos de tormenta es cuando uno se aferra al papel como a un tronco en la mar. Cuánta verdad. Todo aquel que escriba sabe que siempre pasa esto.
Para mí es un acto catártico, al estilo griego. Dejar salir la oscuridad, contemplarla, regodearte en ella para después dormir un poco más tranquilo. Como en el teatro. Pagas por sentarte a ver miserias más crueles que las que a ti te han tocado en suerte. Consolarte en el mal ajeno para hecer más llevadera tu propia existencia. En los dos se trata de SOLTAR.
Así que a partir de ahora ya sabéis qué vais a leer. O...quizás no.
En todo este tiempo de silencio escogido he tenido tiempo para pensar sobre qué quiero contar, sobre cómo quiero que evolucione este blog. Y lo cierto es que tengo algún post que otro ya en la cabeza. Uno de ellos es sobre mi abuela. Una mujer que ya no sabe quién soy, ni quién es ella. Tal vez solo se haya inventado un universo mejor que éste para vivir. Entonces, ¡llévame contigo! Miedo a la nada. Pronto llegará.
De momento el eterno tema de la inseguridad. Esa apestosa enfermedad que se cuela por los poros de tu piel y te llega al hígado. A mí me ha sorbido el seso. Dudo de todo. Me da pavor lo que vendrá solo por si no doy bien mis pasos. Me paraliza y hace que no pueda ver con claridad lo que realmiente quiero hacer, lo que quiero ser. En el post anterior comentaba que el futuro es un deseo presente. ¿Cuál es mi deseo?
No entiendo que si he elegido siempre con una pasión desbordante, por qué ahora me cuesta tanto tomar una decisión. Estudié filología y después logopedia porque QUERÍA SABER MÁS sobre el lenguaje. Hacía teatro porque me permitía vivir más vidas que al resto de los mortales. Cuánto me arrepiento de haberlo dejado. Me ha hecho tan infeliz esta decisión. Ahora, ahora mismo solo quiero VIVIR. Solo quiero la tranquilidad de compartir mis días con alguien cómplice de todos mis momentos. La tranquilidad de ver crecer a mis sobrinos. La tranquilidad de entusiasmarme con las cosas que me gustan y que no cuestan. Solo quiero TRABAJAR para lograr esa tranquilidad. Pero la inseguridad de un trabajo inestable, con un salario demasiado pequeño hace que dude hasta de mi primera elección. Y os dejo que mañana tengo que seguir con mi maratón hacia donde realmente no quiero estar.
Me creí simepre tan alternativa que no me estaba dando cuenta que era un reflejo del espejo de la INSEGURIDAD.